Conversaciones II
- Él es un hombre muy bueno, muy amable.
- Pero si él no fue el que...
- El que me hizo la mujer más feliz.
- Me enteré de que está pre...
- Precisamente, enamorado de mí.
- Sí. Bueno. Eso no es lo que quiero decir.
- ¿Qué querés decir?
- Que no es bueno - Ella la mira y hace un gesto raro, como preguntando quién es ese que no es bueno - Su marido no es una persona amable.
- ¿Cómo? Robertito, mi amor, siempre lo ha sido... Cada sucia, cada trola que me lo quiso quitar y esta negra de mierda lo logró...
- ...
- ¿Acaso no estás de acuerdo?, ¿por qué haces esa carita?
- Porque usted sabe la razón de por qué ya no puede estar a su lado, en su casa.
- Por una blasfemia, una calumnia. Un sucio truco para sacarnos plata. ¿A eso te referís? O te pensás que yo, como vos, caí en ese cuento de que mi marido la violó.
- No es un cuento, señora. La justicia determinó que...
- La justicia, la justicia, la justicia.- Levanta la voz - ¿Qué es la justicia? Si sólo es un criadero de ratas, de chorros, de corruptos... Nunca sirvió. Ese juez estaba comprado, todo estaba listo para que ella ganara. Esa negrita era fea, bien fea, ¿cómo mi marido, Roberto, iba a mirarla? Se inventan cualquier cosa para sacarle plata a la gente de bien.
- Entiendo que le sea difícil aceptar que alguien que usted ama sea capaz de hacer semejante maldad.
- Entiendo que te sea difícil aceptar que te lavaron la cabeza.
- Su marido es un violador. Aunque le duela, aunque le pese. Le hizo daño a otra mujer que nada le hizo, que ni conocía, que tuvo la pésima suerte de cruzárselo un domingo por la mañana. Tu marido, Robertito, es un violador.
- Vos... Vos y todos los que lo acusan sin fundamento van a lamentar ensuciar su nombre así. Roberto Delgado, mi marido y el padre de mis hijos, no es un violador, ni un delincuente ni un psicópata. Ninguno de esos sustantivos horribles. Es un hombre bueno y sano. Un hombre de bien. Vos sos una triste persona que señala y señala, ¿quién te quiere a vos? ¿a quién le importas? Seguramente a nadie porque tiras verdura, porque seguís con una mentira. ¿Sabés qué? Me voy a encargar de que te echen del...
- Creé lo que quieras, Julia.
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