Conversaciones IV

-Decime lo que pensás. 

-¿Para qué?

-Lo necesito. 

-¿Por qué? 

-Porque así lo requiero. 

-Decime en qué crees. 

-¿Y si no creo?

-Cómo no vas a creer. 

-¿En quién? 

-En Dios. En la Virgen María. En Jesús. 

-No te comprendo. 

-¡¿Se pueden callar, por favor?! El bebé se acaba de dormir. 

-¿Cuál bebé?

-Ninguno. Para vos sólo existe un sólo bebé y ese no es el mío. 

-¿Qué estás dicie...?

-No me hables. Seguí. Discutí con él otra vez. 

-Ni siquiera sé de qué estábamos... ¡Ah, sí! Decime cuánto necesitás. 

-¿Cuánto necesito?

-Siempre venís a pedir plata. Si no fuera por eso, no pisas esta casa. 

-Vos me invitaste. 

-No. 

-Sí. 

-El bebé se está despertando. 

-¿Cuál bebé?

-Ninguno. Para vos sólo existe un sólo bebé y ese no es el mío. 

-No me contestes. Seguí. Peleá con él otra vez. 

-Ni siquiera sé por qué estábamos... ¡Ah, sí! Decime por qué no la querés. 

-¿Por qué no la quiero?

-Siempre venís a lloriquear cuando estás por dejar a otra mujer. Si no fuera por eso, no pisas esta casa. 

-Vos me llamaste. 

-No. 

-Sí. 

-El bebé está tosiendo. 

-¿Cuál bebé?

-¡El bebé se está ahogando!

-¿Cuál be...?

-¡El bebé no respira! ¡Ayudame, por favor! 

-¿Cuál...?

-¡El bebé no se mueve! ¡Llamá a la ambulancia, por favor!

-¿Cuá...?

-¡El bebé murió!

-¿Acaso no me vas a dejar terminar la pregunta? Respetá los turnos de habla. 

-Mi nena... La única nena de la casa. Para vos sólo existe un sólo bebé y ese no es el mío. 

-Ni siquiera sé de quién estás hablando. ¡Ah, sí! Decime quién es la bebé de la cual esta habla. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

(des)apareciendo

Observe

(In)móvil